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¿Por qué obedecemos y lo prohibido nos atrae?


 

¿Te sientes identificada o identificado?

¿Alguna vez has tenido ganas de hacer algo prohibido?

Te voy a explicar por qué no realizas todo lo que deseas y te remites a jugar en base a las reglas impuestas por nuestra sociedad.

El cerebro humano ha evolucionado para tener la capacidad de controlar los impulsos. El paleocórtex es la parte más primitiva del cerebro y contiene a la amígdala, entre otras estructuras primarias, responsable de los instintos negativos. Mientras el ser humano evolucionaba, las diferentes capas cerebrales se fueron especializando. Entre ellas el neocórtex, que contiene al lóbulo pre frontal, responsable del control de impulsos.

Si esta zona es afectada, la persona ve reducida su capacidad de control de dichos impulsos. En los primeros años de vida este lóbulo no está desarrollado plenamente y requiere de la experiencia y de los modificadores de conducta ambientales para la creación de redes neuronales que condicionen implícitamente su conducta futura, a través de la formación de patrones de respuesta ante escenarios de la misma índole. Recordemos que un pensamiento es el resultado de un patrón de estimulación simultánea de muchas partes del sistema nervioso.

El lóbulo pre frontal posee la capacidad de prever, planear y aplazar respuestas ante las señales externas y así seleccionar la mejor, debido a que mide las consecuencias. Es capaz de resolver problemas matemáticos, legales o filosóficos. También correlaciona todas las fuentes de información y controla la conducta de acuerdo a las leyes morales [1].

De acuerdo a las observaciones del psicólogo Erick Erickson, en 1950, se determinó que si no se resuelve la crisis del segundo estadio (autonomía versus vergüenza y duda) entre los 18 meses y 4 años, los niños se convertirán en adultos impulsivos y con carencias en el control de impulsos. Las figuras progenitoras deberán establecer reglas de proceder en esta etapa y permitir que el niño se desarrolle siempre en torno a ellas.

Si por el contrario al niño no se le instruye en las reglas, no sabrá cómo actuar y puede cometer excesos en la adultez. Si los padres son muy estrictos, el niño se sentirá limitado y frustrado sin poder avanzar plenamente en su desarrollo. Ya en la edad adulta, puede llegar a una falta de control de impulsos que se manifestará en una carencia de identificación de límites inducida por el propio criterio cultivado de sus decisiones autónomas.

El ser humano instintivamente busca la gratificación inmediata de sus necesidades. El lóbulo pre frontal regula y posterga esa gratificación para conseguir una mejor respuesta frente a los estímulos externos o impulsos internos de la persona.

La satisfacción de los impulsos instintivos o de las motivaciones supra-cognitivas se da a través del ciclo motivacional, presentado en el cuadro inferior. Cuando se genera una necesidad se crea una motivación para calmar esa pulsión, y así llegar a un estado de homeostasis. Los seres humanos continuamente sienten la necesidad de obtener algo y el lograrlo es lo que crea dicho ciclo. Si no se logra se crea un estado de tensión que puede manifestarse en comportamientos agresivos con el afán de conseguir resultados.

En una primera instancia está el establecimiento del orden y, por otro lado, la capacidad intrínseca de las personas para obedecer, como quedó demostrado en el experimento realizado en 1961 por el estadounidense Stanley Milgram. Él demostró que las personas pueden obedecer a otros, aunque estas órdenes les inflijan dolor, independientemente de si es por un ideal o simplemente porque se les solicita.

Se les indicó a los voluntarios que el experimento tenía como fin la compresión del funcionamiento de la memoria y del aprendizaje. Cada vez que una persona se equivocaba ellos tenían que hacer una descarga eléctrica que pasaría desde 15 a 450 voltios, siendo esta última mortal. Los voluntarios aceptaron y se les hizo una descarga pequeña para probar. La persona no podía ver al sujeto de experimentación que en realidad era una cinta grabada, ya que no se iba a ejercer una descarga real.

El sujeto se equivocaba constantemente y los voluntarios no dudaban en descargar la electricidad incluso llegando a 450 voltios. En algunos casos, algunas personas se detuvieron, pero bajo la insistencia (cuatro veces) del investigador ellos continuaron. Se determinó que 65% de los participantes (40) llegaron hasta el más alto voltaje. Se demostró además que las personas tenían un instinto intrínseco para obedecer instrucciones.

La disonancia cognitiva estudiada por Festinger en 1957, afirma que las personas optan por una forma de pensar para no sentir contradicciones.

Dentro de la carga genética cada persona tiene miedos universales -término utilizado por Carl Jung- quien identificó que estos se encuentran enraizados en el inconsciente colectivo. La mente humana contiene arquetipos e información traspasada de generación en generación a través de la genética y es tan intrínseco como los instintos [2].

La interiorización de las leyes se puede fundamentar en la evolución, tomando como base el instinto de la conservación. Estos miedos radican en la prevención instintiva de la muerte, como manera de escape a las amenazas externas. En la persecución del mantenimiento de la vida es que las culturas primitivas rendían culto a lo que atribuían como amenazas.

Probablemente un Dios que se manifestaba en eventos naturales que no podían explicar por la falta de recursos científicos. Y asignaban roles sacerdotales a ciertas personas que funcionarían como mediadores, incluso sacrificando a animales o a otros seres humanos para dicho fin.

Se puede recoger de la historia de la justicia que las leyes eran determinadas en un inicio por sacerdotes que, por instrucción divina, tenían la potestad de juzgar las vidas de las personas. Con el Código del rey babilónico Hammurabi, en 1692 A.C., se estableció ese poder: a él mismo como rey y a sus trabajadores asignados. En el documento postuló leyes para controlar las conductas inadecuadas de la vida cotidiana.

Son alrededor de 280 leyes [3] que nos permiten descifrar la naturaleza humana que debe ser controlada por la sociedad, para prevenir el caos y el desorden. Entre ellas:

  • "Si un hombre conoce carnalmente a su hija, será desterrado de la ciudad."

  • "Si un hombre, tras la muerte de su padre, yace con su madre, se los quemará a ambos."

  • "Si un hijo ha golpeado a su padre, se le cortará la mano".

  • "Si un hombre quiere desheredar a su hijo y lo afirma ante los jueces, estos determinarán los hechos de su caso y, si aquel no ha demostrado las razones del desheredamiento, no lo podrá desheredar”.

  • "Si una mujer odia a su marido y afirma "No harás uso carnal de mí", se determinarán los hechos de su caso en un juicio y, si se ha mantenido casta y sin falta en tanto que su marido es convicto de abandono y agravio, esa mujer no sufrirá castigo, tomará su dote (sheriktu) y marchará a la casa de su padre”.

Analizando este fragmento, quedan expuestos algunos comportamientos inadecuados que eran tan válidos en los tiempos antiguos como en el presente, así como el intento de corregirlos, y que quedan enraizados en la premisa de Confucio (siglo V A.C.): “No hagas a otros lo que no quieres que te hagan a ti…” [4]

Al analizar los actos que son penados, se puede tener alcance sobre las conductas propias de la persona, y que pueden llegar a suceder en el afán de buscar placer inmediato, en vez de la gratificación postergada necesaria para asumir las responsabilidades implícitas.

El miedo a las consecuencias es un factor poderoso para obtener obediencia. Trasladándonos del tema evolutivo al de desarrollo cognitivo de los seres humanos, en la infancia creamos vínculos primarios, que nos modifican positiva o negativamente nuestra conducta. Las instrucciones que los parientes nucleares nos dan serán ejecutadas de mejor manera si aprendemos con el ejemplo y si no hay señales contradictorias entre el lenguaje verbal y no verbal. Además de la preocupación del adulto por hacer un mantenimiento continúo de las conductas obtenidas.

Es así que estamos completamente orientados al cumplimiento de las órdenes y por eso el peligro de lo prohibido nos atrae, ya que representa la libertad. Libertad para la gratificación y la búsqueda de placer. Sin embargo, las normas impiden que muchas veces se concreten los más íntimos deseos y, por tanto, frustramos nuestro impulso hacia la búsqueda de libertad indagando por otras maneras para saciar ese impulso inicial de cumplir con nuestros anhelos prohibidos, pero dentro de los límites aprobados por la ley.

Por el contrario, si sucumbimos a la satisfacción de lo prohibido, sentiremos una gran gratificación pues es lo que se desea con gran soberanía. Sin embargo, el placer dura poco pues la culpabilidad irrumpe con fuerza ya que ese deseo es prohibido ante la sociedad y las normas están bien establecidas en nuestra mente, y no se puede vivir en disonancia cognitiva... Y es que no se puede tener placer y a su vez cumplir con las normas, por lo que finalmente se trata de satisfacer a través de los límites establecidos.

 

[1] Guyton y Hall (2001). Tratado de fisiología médica. Vol II. 10º ed. Madrid: McGraw- Hill, Interamericana cap.57 p.809

[2] Jung. C. Arquetipos e inconsciente colectivo. Barcelona PAIDÓS IBÉRICA SA 1991

[3] http://clio.rediris.es/fichas/hammurabi.htm

[4] Confucio (2009). Analectas. EDAF. Madrid disponible en: http://es.wikipedia.org/wiki/Confucio

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